Hace cuatro años, el 24 de noviembre del 2016, el Gobierno firmó con la entonces guerrilla de las Farc un acuerdo definitivo que llevó a la desmovilización de ese grupo armado, a su vinculación a la política, y a la puesta en marcha de una serie de compromisos –de lado y lado– para avanzar en la construcción de paz.
El acuerdo tuvo objetivos ambiciosos, como la transformación del campo, la solución al problema de las drogas ilícitas, la reincorporación de los excombatientes, entre otras garantías para buscar cambios sociales, así como terminar la violencia que ha azotado al país desde hace más de 70 años.

Pero lejos de desactivar el conflicto armado en Colombia, en el que hay múltiples actores y causas estructurales, la violencia se está recrudeciendo. Así lo expone un informe revelado por la Fundación Ideas para la Paz (FIP) que da cuenta de cómo ha cambiado el fenómeno de la violencia organizada en estos cuatro años.

El informe expone que mientras entre octubre del 2015 y septiembre del 2016 (el año en el que se firmó el pacto de paz) hubo 192 acciones de grupos armados, para el periodo de octubre del 2019 y septiembre del 2020, es decir, en el cuarto año del posacuerdo, esas acciones se elevaron a 318, lo cual significa que crecieron en un 65 por ciento.