Por Adolfo Rivas. En contravía con la transición energética a la que le está apostando el mundo, transición que además es una necesidad para frenar el cambio climático, Iván Duque insiste en hacer fracking, expandir la minería en páramos y condenar a las futuras generaciones a la ausencia de un ambiente sano. 

Imagen de Cronicón.

El fracking es un método de extracción de hidrocarburos, principalmente gas y petróleo que consiste en someter a una fuerte tensión el subsuelo para fracturar la roca, y recopilar el combustible que está disperso en pequeñas cantidades. Este método utiliza grandes cantidades de agua que se bombea a presión, para fracturar la roca, así se libera el gas que sale a la superficie, pero no solo se libera gas como lo demuestran varios estudios, sino que también se liberan varios elementos tóxicos al ambiente como el plomo, que es arrastrado a la superficie con el gas. 

A los riesgos de una perforación convencional que son: riesgos de explosión, escapes de gas, escapes de ácido sulfhídrico (muy tóxico en bajas concentraciones) y derrumbes de la formación de tubería, hay que sumarle al fracking el riesgo de la contaminación de acuíferos con los fluidos de fracturación y con el propio gas de la roca, y aumento de la sismicidad (más riesgo de terremotos). 

Además de estos riesgos ambientales comprobados, se han dado casos de cáncer, problemas respiratorios, daños cerebrales, desórdenes neurológicos e hipersensibilidad a químicos, debido principalmente a la contaminación del agua y del aire.El fracking es una técnica no convencional de extracción de hidrocarburos que representa un grave riesgo para la biodiversidad y la vida de las comunidades.

La insistencia del Gobierno Nacional en usar esta técnica es miope y podía hasta cierto punto, entenderse como un actitud criminal. 

Los pilotos de fracking fueron autorizados por el Consejo de Estado solo con propósitos científicos no comerciales, pero hasta el momento en el proceso solo están involucradas empresas petroleras, algunas aportantes a través de filiales a la campaña Duque presidente, no hay una sola universidad o instituto de investigación independiente involucrado, lo que claramente evidencia un interés comercial de estos pilotos de fracking. 

Esta semana pasada varios congresistas demandaron el Decreto 320 de febrero de 2020, que es el que da los lineamientos para realizar pilotos de fracking en Colombia. El decreto fue demandado por violar el principio de precaución y consulta previa, ya que en los territorios donde se pretenden desarrollar, no se ha realizado consulta previa para saber si las comunidades están de acuerdo. 

Lo cierto es que el fracking es una técnica que muchos países han prohibido o han descontinuado, por que su rentabilidad económica es baja, y los impactos negativos en el ambiente y la vida de las comunidades  no justifican su aplicación. 

Se ha demostrado que al menos 25% de las sustancias utilizadas en las distintas mezclas de perforación (fluidos del fracking) pueden causar cáncer y mutaciones, 37% afectar al sistema endocrino, 40% provocar alergias y 50% dañar el sistema nervioso.

El agua de los pozos que abastecen a la población situados cerca de las zonas en donde se usa fracturación hidráulica tiene altos niveles de metano y sustancias cancerígenas y neurotóxicas. La población que habita cerca de esos pozos tiene 66% de probabilidad de padecer cáncer asociado con la contaminación atmosférica derivada de fracking. ¿Sabrán esto las comunidades dónde Duque pretende hacer fracking? 

Si el Gobierno se niega a escuchar a la ciencia, a la sociedad Colombiana y al sentido común, no le queda otro camino a la ciudadanía que la calle para defender su derecho al agua, a un ambiente sano y a la vida.